Para crecer sano y fuerte, bebe leche

Desde que somos pequeños hemos oído a nuestras madres decir que si queríamos crecer sanos y fuertes, teníamos que beber nuestro vasito diario de leche. Tan es así que se podría considerar uno más de esos mitos de madre, como que al zumo de naranja se le van las vitaminas si no lo bebemos deprisa.

Muchas veces estos mitos no son más que eso, mitos. Pero lo cierto es que nuestras madres no estaban equivocadas respecto a la leche. Un solo vaso de leche aporta al organismo infinidad de nutrientes, aguas y minerales.

Obviando las grasas, que pueden ser mejores o peores, la leche es rica en azúcares y proteínas que son realmente importantes para la salud del ser humano. De los azúcares, el más conocido es la lactosa, formada de glucosa y galactosa.  Entre las proteínas encontramos la caseína, que se vincula al calcio; la seroglobulina—que actúa en el hígado, la coagulación de la sangre y combate infecciones—o las albúminas, que sirven para transportar nutrientes por el torrente sanguíneo y fortalecen el sistema inmunológico.

¿Y esto qué significa?

Aunque históricamente se ha vinculado el consumo de leche al desarrollo y las etapas de crecimiento, tal y como explicaba un Estudio Nutricional en Población Infantil (EsNuPi) en 2020, bien es sabido que la leche es beneficiosa en todas las etapas de la vida.

Ayuda a reducir el riesgo a padecer enfermedades como la diabetes tipo 2 y la hipertensión; mejora la densidad mineral ósea, tiene beneficios cardiovasculares y musculares. Además de todos sus aportes en el fortalecimiento del sistema inmunológico.

Como veis, el consumo de leche y derivados tiene un impacto positivo en la salud y contribuye a mejorar la calidad de vida de las personas. Y nadie puede decir lo contrario.

 


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